DELICIOSAS Y SIEMPRE A MANO
Para una cena rápida y ligera o un aperitivo nutritivo y sabroso, las conservas de pescado son una opción estrella. Descubre por qué aliarte a ellas.
Las conservas de pescado encierran el sabor del mar y lo preservan bajo el sello hermético de una lata. Este método de conservación, que ha sido perfeccionado a lo largo de los años, revolucionó la forma en la que el mundo piensa sobre la comida almacenada. Y es que el riguroso proceso de elaboración garantiza que las conservas de pescado sean seguras para el consumo durante años, manteniendo su frescura y nutrientes y haciendo posible disfrutar de los beneficios de estos alimentos en cualquier momento y lugar.
CÓMO SE ELABORAN
El proceso de conservación comienza con la selección de pescados frescos y de calidad. Se limpian meticulosamente, se despojan de cabezas y entrañas, y, en algunos casos, se filetean. Después, se cocinan utilizando métodos que preservan su textura y sabor. Una vez cocidos, se enlatan con diversos líquidos de cobertura (aceite, salsa de tomate o agua salada) y otros condimentos. Finalmente, las latas se sellan y se someten a un proceso de esterilización, lo que garantiza la seguridad y prolonga la vida útil del producto. Gracias a estas técnicas, las conservas de pescado ofrecen una fuente inigualable de proteínas, ácidos grasos esenciales y minerales, disponibles al alcance de tu mano. Ya sea que busques una comida rápida durante un día ajetreado o un ingrediente versátil para una cena especial, son una opción excelente que satisface necesidades culinarias y nutricionales sin compromiso.
VENTAJAS DE LAS CONSERVAS
Imprescindibles en cualquier despensa, son una solución excelente para mantener una dieta equilibrada y activa y, al durar años sin necesidad de refrigeración, permiten su almacenaje y tenerlas a mano en situaciones de emergencia o para el uso diario.
¿Sabías que…?
El confitero francés Nicolas Appert inventó el sistema de conservación de alimentos al vacío en 1795. Lo hizo en tarros de cristal, que hervía para preservar calidad y sabor. Por el ‘método Appert’, Napoleón le premió con 12.000 francos, por proporcionar cómo suministrar alimentos a la marina francesa. Sin embargo, fueron Philippe de Girard y Peter Durand quienes trasladaron la idea de Appert a latas de hojalata en 1810. Lo sorprendente es que hasta 1850, cuando las latas empezaron a ser más delgadas, no se comercializaron los primeros abrelatas. En nuestro país, las primeras latas de conserva llegaron en 1840 y no al supermercado, precisamente, sino a las costas gallegas, provenientes de un barco francés que naufragó frente a ellas.
Listas para consumir directamente de la lata, estos alimentos facilitan comidas rápidas o un agregado nutritivo sin complicaciones a ensaladas o pastas. Por su propia naturaleza, ayudan a evitar el desperdicio alimentario, pues solo se abren cuando se sabe que van a consumirse. En el apartado nutricional, tienen una alta calidad proteica, vitaminas y minerales esenciales y las conservas de salmón, caballa o sardinas son ricas, además, en omega 3, conocidos por sus beneficios para el corazón y la función cerebral. Y, a todas estas ventajas, hay que sumarles que, comparadas con el pescado fresco, suelen ser más accesibles y ofrecen una excelente relación calidad-precio.
VERSÁTILES EN LA COCINA
Entre sus múltiples usos culinarios, considera los siguientes:
❍ Tostadas. Con un poco de queso crema, las sardinillas son ideales.
❍ Pizza. Cualquier versión con tomate, mozzarella, alcaparras y aceitunas negras admite sardinas o sardinillas.
❍ Pasta. Mezcla la pasta con sardinas, ajo picado, perejil y un poco del aceite de la conserva.
❍ Ensalada. Combina sardinillas con hojas verdes frescas, tomate, cebolla morada, aceitunas y un aderezo de aceite de oliva y vinagre.
❍ Empanada. Rellena masa de empanada con sardinas, tomate, huevo duro, pimiento y cebolla. Es un bocado delicioso y fácil de llevar.
❍ Montaditos. En una tostada de cereales, pon aguacate, una rodaja de tomate, un filete de sardina y riégalo con un chorrito de lima.