El fin de las vacaciones, y sobre todo la llegada del mes de septiembre, nos hace poner de nuevo los pies en la tierra después de unos días de relajo en los que nos había parecido vivir en el limbo. La vuelta a la realidad, a las rutinas diarias, a los estrictos horarios laborales, a las responsabilidades y exigencias del trabajo, el cole de los niños, etc., etc… No es algo que sea fácilmente digerible y menos en tan corto espacio de tiempo. Muchas veces en cuestión de 24 horas pasas de las vacaciones a la rutina diaria, algo que descoloca a cualquiera y que hace que tu estado de ánimo sufra pequeñas convulsiones.
Si sientes apatía, cansancio, negatividad, hostilidad, irritabilidad, alteración del sueño, tristeza, melancolía y desmotivación, muy probablemente estés padeciendo lo que comúnmente se denomina “síndrome postvacacional”.
Según un estudio del servicio de Promoción de la Salud Sanitas, el 65% de los españoles sufre alguno de los síntomas propios del llamado “síndrome postvacacional”. Pero no hay que alarmarse, no es algo que dure más de una semana. De todas maneras, si durante estos últimos días habías conseguido desconectar y olvidarte de las obligaciones diarias y ahora te cuesta volver a la rutina, te vamos a facilitar unos pequeños consejos para que te resulte más fácil readaptarte:
Segmenta las vacaciones
Muchas veces nos tomamos tres o cuatro semanas de vacaciones en agosto dejándonos llevar por la tentación de desconectar durante cerca de un mes y disfrutar de una larga estancia en la playa. Sin embargo, es más productivo segmentar las vacaciones y disponer de varios descansos a lo largo del año. Una buena idea es escoger dos semanas seguidas de vacaciones, por ejemplo en verano, para que sea un período suficientemente largo que nos permita desconectar, y distribuir el resto de los días libres en otras épocas. Esto hace que el año no nos resulte tan largo y que siempre tengamos relativamente cerca un período vacacional.
Adelanta tu vuelta a casa
Que tu último día de vacaciones no coincida con que al día siguiente empieces de nuevo tu rutina laboral. Será un cambio de costumbres demasiado brusco y te costará muchísimo más readaptarte. Es importante tomarse unos días de margen para que la vuelta a la rutina sea más progresiva. Por lo tanto, si empiezas un miércoles, vuelve durante el fin de semana para tener unos días de plazo para ir haciéndote a la idea.
Organiza una escapada de fin de semana
Hay que aceptar que, de momento, no podremos disfrutar de varios días de vacaciones, pero una solución alternativa para vencer la tristeza que esto produce es planear una escapada de fin de semana. Un buen fin de semana de diversión en un bonito lugar puede ser una verdadera recarga de energía y una ruptura con lo cotidiano.
Empieza en el trabajo con calma y piensa en positivo
Muchas veces nos agobiamos al pensar en todo lo que tenemos que hacer a la vuelta, e incluso pasamos días poniéndonos en lo peor y después la incorporación al trabajo no es tan mala como imaginábamos. Lo mejor es no agobiarse con estos pensamientos, acudir al trabajo con una actitud relajada, sin adelantarnos a los acontecimientos y abordar tarea por tarea. Una buena idea es que el primer día de trabajo no sea un lunes. Si nuestras vacaciones por ejemplo acaban un martes y comenzamos a trabajar un miércoles, la vuelta será suave y fácil de llevar, y servirá para irnos acostumbrando.
Huye de la rutina
Algo que empeora el sentimiento de tristeza por acabar las vacaciones es la rutina en todas nuestras actividades, que vuelve a apoderarse de nuestra vida. Te proponemos que hagas un esfuerzo y te marques actividades que estén totalmente fuera de tu vida cotidiana, que nunca realices. No tiene que ser algo muy complicado, puedes empezar por pequeños detalles que te aporten un poco de aventura. Cambia tu restaurante de siempre por otro nuevo de comida exótica, sal a pasear o a tomar algo por una zona que no suelas frecuentar, consulta las actividades culturales y de ocio de tu ciudad y elige una diferente, aporta un toque de innovación a la cena de esta noche buscando una receta nueva que te parezca suculenta y prueba a llevarla a cabo, organiza una fiesta sin motivo para tus amigos, apúntate a ese curso de cata de vinos que siempre quisiste hacer o a clases de chino…
Conserva una pequeña parte de tu modo de vida en vacaciones
Seguro que echas de menos las actividades que realizabas en las vacaciones. Tendrás que renunciar a una buena parte de ese estilo de vida, pero no a todo. ¿Qué te gustaba hacer en vacaciones? Si, por ejemplo, te encantaba darte un baño antes de acostarte, puedes hacerlo en una piscina climatizada. Si te encantaba ir de compras, programa un día con tus amigos/as para hacerlo. Si te encantó el spa del hotel, acude a uno en la ciudad. Si la comida del hotel o de la ciudad era fabulosa, trata de encontrarla o cocinarla tú mismo.
Aporta tu grano de arena para un ambiente de trabajo mejor
El ambiente de trabajo influye mucho en cómo nos tomamos la vuelta al mundo laboral. Por ello, si haces algo para mejorarlo te sentirás un poco mejor. Por ejemplo, puedes personalizar tu puesto de trabajo, añadir fotos de tus seres queridos en marcos o a modo de salvapantallas, poner música, proponer a tus compañeros que una vez a la semana os turnéis para traer algo agradable al trabajo como pastas o bombones, sé amable con los demás, cuenta un chiste, quedad algún día a tomar algo al salir de trabajar… cualquier detalle que se te ocurra ayuda a que te sientas un poco más feliz.
El poder de las pequeñas metas en el calendario
No te agobies al mirar el calendario pensando que queda un año para el próximo agosto. Un sencillo truco es elaborar un calendario donde puedes apuntar fechas importantes que te hagan especial ilusión, como fechas de cumpleaños, viajes cortos, fiestas y puentes, actividades que hayas programado y te encanten, visitas de amigos y familiares, cenas especiales… Así cuando mires el calendario puedes buscar la fecha que hayas señalado más próxima y al pensar en ello te sentirás bien. La clave es irse apoyando en las pequeñas metas, no esperar con tristeza durante meses a las grandes que, a veces, incluso te decepcionan.
Deporte para la mente
Está demostrado que el deporte no sólo es excelente para el cuerpo, sino también para la mente. Ayuda a desconectar de los quehaceres diarios y es un gran enemigo de la depresión. Apúntate a un gimnasio o a alguna actividad que te apetezca, las opciones son interminables: natación, yoga, clases de baile, pilates,… o simplemente sal a correr o a pasear por el parque con frecuencia. Si no dejas que te venza la pereza pronto notarás los resultados. Además de estar en forma, te sentirás con más ánimos y energías.
No pongas todo el peso de tus logros en el trabajo
A veces pensamos que nos realizamos por medio del trabajo y que por medio de éste conseguimos nuestros mayores logros. Sin embargo, es bueno ampliar nuestras miras y darnos cuenta de que el mundo no empieza y termina en el trabajo, sino que hay muchos aspectos de la vida donde demostrar nuestra valía y dejar nuestra huella. Puedes colaborar con una ONG para ayudar a multitud de causas, intentar escribir un libro o pequeñas historias, volver a tocar un instrumento de música que tienes algo abandonado, desarrollar más ese hobby que tan bien se te daba y que te encantaba… descubrirás como otras facetas de tu vida ganan importancia y aprenderás a realizarte por otro tipo de caminos al tiempo que enriqueces tu vida.
Fuente: Hotels.com